Este jueves trece de noviembre, la Iglesia Católica conmemora la
festividad de San Diego de Alcalá,
uno de los santos franciscanos más queridos por su sencillez y su entrega
silenciosa. Nacido alrededor del año mil cuatrocientos en Sevilla, Diego
ingresó como hermano lego a la orden franciscana y dedicó su vida a servir a
los más pobres, a cuidar enfermos y a predicar con el ejemplo más que con las
palabras.
A
lo largo de su vida, se destacó por su caridad, su paciencia y una profunda
espiritualidad que lo llevaron a ser reconocido por la comunidad incluso antes
de su muerte, ocurrida en mil cuatrocientos sesenta y tres en Alcalá de
Henares. Con el tiempo, su figura trascendió fronteras y hoy es venerado como patrono de los hermanos franciscanos legos.
La memoria litúrgica de San Diego invita a los fieles a renovar el
valor de la humildad y el servicio desinteresado, pilares que guiaron la vida
del santo y que continúan siendo un faro espiritual para la Iglesia y la
comunidad creyente.








