Este jueves 7 de noviembre, los católicos de todo el mundo
conmemoran a San Ernesto de Zwiefalten, abad del monasterio
benedictino de Alemania que dejó su cargo para unirse a la Segunda Cruzada. Su
vida estuvo marcada por la humildad y la búsqueda de la verdad evangélica,
hasta encontrar la muerte como mártir en Oriente Medio. Su testimonio inspira
aún hoy a quienes dedican su vida al servicio y a la fe.
También
se recuerda al Beato Francisco Palau y Quer,
fraile carmelita descalzo nacido en Cataluña en el siglo XIX. Fue un gran
predicador de las misiones populares, confesor, escritor y místico que dedicó
su vida a promover la unión entre la Iglesia y Cristo. Fundó la Congregación de
las Carmelitas Misioneras y Carmelitas Misioneras Teresianas, dejando una
huella profunda en la espiritualidad moderna.
En
Argentina, numerosas comunidades católicas evocan
hoy a ambos santos en las misas diarias, destacando su ejemplo de entrega total
al servicio de Dios y su prójimo. Son figuras que recuerdan la fuerza de la fe
vivida con coherencia y sacrificio, en tiempos de prueba y esperanza.








