El resultado de las elecciones legislativas en la
provincia de Buenos Aires dejó de ser un simple tropiezo electoral para
convertirse en un mazazo político que Javier Milei difícilmente pueda
disimular. La provincia que concentra el corazón del electorado argentino habló
con claridad: La Libertad Avanza fue derrotada por casi 14 puntos de
diferencia. No hay relato de épica ni discursos incendiarios que puedan
maquillar semejante fracaso.
El mensaje bonaerense va más allá de la renovación
legislativa. Es un plebiscito directo sobre la gestión de Milei, que a menos de
un año de gobierno ya exhibe un panorama calamitoso: inflación persistente,
salarios pulverizados, servicios destruidos, escándalos de corrupción y un
clima social envenenado. Lo que se vendió como una “revolución liberal”
terminó siendo un cóctel explosivo de improvisación, negocios turbios y ajuste
brutal sobre los sectores más castigados.
El derrumbe de la pureza
libertaria
El oficialismo llegó al poder con la promesa de
terminar con la “casta” y barrer con los privilegios. Hoy, el propio Milei y su
entorno aparecen embarrados en prácticas que juraban combatir: robos de
boletas en plena elección, coimas, contratos millonarios para amigos, el
escándalo de Libra, la estafa en la ANDIS y la desaparición de fondos de
fiscalización. La supuesta “nueva política” terminó calcando lo peor de la
vieja, pero con la improvisación de amateurs y la soberbia de quienes creen
tener la verdad revelada.
Buenos Aires como señal de
octubre
La derrota en la provincia más populosa no es un
hecho aislado, sino la antesala de lo que puede venir en octubre. Si Milei no
logra recomponer mínimamente la confianza, su proyecto corre el riesgo de quedar
sepultado en apenas un año de gestión. La sociedad bonaerense mostró el
camino: hay un límite a la improvisación, al marketing de redes y a la mentira
sistemática. El electorado quiere soluciones reales, no gritos en cadena
nacional ni insultos a los adversarios.
El fracaso de un experimento
peligroso
Lo que estamos viendo es el fracaso anunciado de un
experimento que nunca estuvo preparado para gobernar. El “plan motosierra” no
es más que un plan motosierra para la democracia misma: degradación
institucional, fuga de capitales, presión sobre el dólar y un Estado cada vez
más opaco y capturado por negocios personales. La derrota en Buenos Aires
revela que los ciudadanos ya empiezan a pasar factura.
De la ilusión al desencanto
En menos de un año, Milei pasó de ser el outsider
que ilusionaba a millones con la promesa de un cambio radical, al presidente
que protagoniza uno de los gobiernos más erráticos y desprolijos de la historia
reciente. Las urnas en Buenos Aires dejaron en claro que la paciencia se
agota y que el voto de confianza se evapora.
Octubre se presenta como el verdadero juicio
político al experimento libertario. Si en la provincia más determinante del
país Milei ya fue derrotado de manera aplastante, difícilmente pueda revertir
la tendencia nacional. La historia se repite: los gobiernos que prometen
limpiar la política terminan hundidos en el barro de la corrupción y el
desgobierno.
El veredicto bonaerense es claro: Milei no sólo
está perdiendo elecciones, está perdiendo la credibilidad, y con ella, el país.