La expansión del universo digital infantil tiene su cara más
oscura en Roblox, una plataforma con más de 320 millones de usuarios mensuales en todo el
mundo, de los cuales cuatro de
cada diez son menores de 13 años. Lejos de ser un simple
videojuego, el espacio virtual permite crear mundos, personajes y experiencias
compartidas, pero también abre una peligrosa puerta a la infiltración de adultos con intenciones delictivas.
La
socióloga y periodista Fabiana Solano, en diálogo
con Radio UNNE, explicó que “Roblox no es solo un juego, sino un territorio
digital donde se construyen vínculos e identidades sin control de edad”. Según
la especialista, los adultos pueden mentir
fácilmente sobre su edad, generando contacto con menores mediante
chats privados y transacciones con dinero virtual.
El
Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires
y el Gobierno de Córdoba ya bloquearon el acceso a la
plataforma en las escuelas, luego de denuncias por acoso digital. En tanto, Misiones trabaja en un protocolo de prevención,
tras el aumento de denuncias vinculadas al juego: de 650
en 2019 a 24.000 en
2024.
Solano
subrayó que el principal peligro radica en la naturalización
del vínculo digital. “Decir que es un juego lo limita. Es un
territorio donde los chicos pueden ser contactados por desconocidos”, alertó.
Además, explicó que muchos acosadores utilizan el
chat o la moneda interna, Robux, para ofrecer dinero o
beneficios a cambio de fotos o favores. Un reciente caso en Río Negro terminó
con la detención de un hombre que pedía imágenes íntimas a un menor.
El
grooming, definido por la Ley
27.590, es un delito penal que se configura aun sin contacto
físico. Las penas van de seis meses a
cuatro años de prisión. “Si se detecta una conversación inapropiada
entre un adulto y un menor, ya se puede iniciar una causa judicial”, aclaró
Solano.
Para
la especialista, la clave está en la educación
digital y el acompañamiento familiar. “Los padres suelen
oscilar entre la negación y la prohibición. Pero la solución no es ni negar ni
prohibir, sino entender los entornos donde se
mueven los chicos y enseñarles a protegerse”, afirmó.
La
advertencia es clara: detrás de la pantalla puede esconderse un desconocido, y
la mejor barrera no es el miedo, sino la presencia y el diálogo.








