El año 2025 marca un punto de inflexión en la competencia
tecnológica mundial. Mientras el Nasdaq estadounidense crece un 19 %, el índice
Hang Seng Tech de Hong Kong, que agrupa a las principales firmas tecnológicas
chinas, sube un 35 %. Este repunte refleja una recuperación sin precedentes
para un sector que había estado castigado por regulaciones internas y la
desconfianza de los inversores extranjeros.
Empresas
como Alibaba, Tencent y Baidu han vuelto a captar la
atención global. Sus acciones aumentaron un 102 %, 20 % y 43 %,
respectivamente, impulsadas por el boom de la Inteligencia Artificial. La
aparición de DeepSeek, una IA
de bajo costo desarrollada en China, consolidó la idea de que el gigante
asiático ya compite de igual a igual con Silicon Valley.
El
gobierno de Pekín ha apostado
por la autosuficiencia tecnológica con políticas industriales y financiamiento
estatal, como el fondo “Big Fund”,
que impulsa a fabricantes de semiconductores. Además, tras años de fuertes
restricciones, el Estado chino ha flexibilizado su marco regulatorio para
favorecer el crecimiento de sus “big tech”, a diferencia de Estados Unidos,
donde se intensifican los controles sobre Google, Meta y Apple.
La
inversión en IA y computación en la nube también se acelera: solo en 2025, Alibaba, Tencent, Baidu y JD.com destinarán más de
32 000 millones de dólares a este sector. Parte de estos fondos proviene de
emisiones de deuda adquiridas por inversores estadounidenses, lo que demuestra
el atractivo global del mercado chino.
El
renacimiento del sector también se apoya en la repatriación
de talento científico, ya que numerosos investigadores chinos
que trabajaban en el extranjero están regresando a su país. Este retorno
fortalece el ecosistema de innovación y refuerza la ambición de China por
convertirse en líder mundial en inteligencia artificial y semiconductores.
Aun
así, expertos advierten sobre una posible burbuja
tecnológica, dado el rápido incremento de las valoraciones
bursátiles. Instituciones como el FMI y el Banco Central Europeo alertaron
sobre riesgos de corrección si las expectativas no se cumplen.
Pese
a ello, el impulso chino parece consolidarse. Con apoyo estatal, capital
abundante y una nueva generación de científicos, el gigante asiático está
transformando su reputación: de ser un seguidor tecnológico a perfilarse como
el nuevo epicentro de la innovación global.








