Este viernes, la
tensión en Medio Oriente alcanzó un nuevo punto crítico tras un contundente
ataque de represalia lanzado por Irán contra Israel. La ofensiva fue una
respuesta directa a los bombardeos israelíes ocurridos en la madrugada del 13
de junio, que habrían alcanzado objetivos estratégicos en suelo iraní,
incluyendo instalaciones nucleares, altos mandos militares y científicos.
Según confirmaron
fuentes oficiales, Irán desplegó más de un centenar de drones junto con una
sucesiva oleada de misiles balísticos dirigidos a distintos puntos del
territorio israelí. Aunque parte del ataque fue interceptado por el sistema de
defensa aérea israelí, algunos misiles lograron eludir los escudos antimisiles
e impactaron en zonas pobladas.
Una de las áreas
más afectadas fue la ciudad de Ramat Gan, ubicada en el distrito de Tel Aviv,
donde un edificio de apartamentos sufrió daños estructurales severos tras
recibir un impacto directo. Varias personas quedaron atrapadas entre los
escombros. También se registraron daños y víctimas en Rishon Lezion, una ciudad
cercana.
Hasta el momento,
las autoridades israelíes han confirmado al menos cuatro muertos y más de 70
heridos, mientras continúan las tareas de rescate y evaluación de daños.
Por su parte, el
Ejército israelí respondió con una nueva serie de bombardeos sobre objetivos en
Teherán, intensificando aún más el conflicto. Ambas naciones mantienen sus
fuerzas en estado de máxima alerta y continúan intercambiando fuego.
La comunidad internacional
observa con creciente preocupación esta escalada bélica, que amenaza con
desestabilizar aún más una región históricamente convulsionada.