Este jueves, Yapeyú vivió una jornada cargada de emoción y memoria al rendir
homenaje al arquitecto José Antonio Ramírez, diseñador y director de obra del
emblemático Arco Trunco, ubicado en la Plaza San Martín. En un acto cargado de
simbolismo, se descubrió una placa en su honor, reconociendo su invaluable
aporte al patrimonio conmemorativo de la provincia y del país.
Inaugurado el 2 de
noviembre de 1982, en pleno contexto de la posguerra, el Arco Trunco se erige
como el primer monumento nacional dedicado a los soldados correntinos caídos en
las Islas Malvinas. Su estructura incompleta simboliza las heridas abiertas de
un conflicto que aún duele, pero también representa el compromiso
inquebrantable de no olvidar y de mantener viva la memoria de quienes dieron la
vida por la patria.
Durante el
homenaje, Ramírez tomó la palabra y emocionó a los presentes al relatar el
sentido íntimo de la obra, especialmente la llama votiva que arde en su base,
concebida como un mausoleo simbólico para los héroes que descansan en suelo
malvinense. “La llama no es solo fuego, es una promesa encendida de que no
olvidaremos. El arco se completará el día que recuperemos nuestras islas”,
expresó.
El Arco Trunco,
más allá de su carga simbólica, ha trascendido su espacio físico. Inspiró
monumentos similares en otras provincias y consolidó la noción de que la
arquitectura puede ser también una herramienta poderosa de memoria colectiva.
El reconocimiento al arquitecto Ramírez no solo celebra una obra, sino una
visión: la de convertir el dolor en un legado de amor a la patria.
“Hoy tu nombre
quedó grabado en una placa, pero sobre todo, quedó grabado en nosotros”,
cerraron los organizadores del acto, con palabras que resumen el profundo
impacto de esta jornada. Un homenaje que no sólo honra a un creador, sino
también a la memoria de nuestros héroes, y a la esperanza de una patria que aún
sueña con el día del regreso.