El presidente de Estados Unidos,
Donald Trump, anunció un nuevo aumento del 50% en los aranceles a las importaciones
provenientes de China, medida que eleva la carga impositiva total a un 104% a
partir de este miércoles. La decisión se produjo en respuesta a una
contramedida de Beijing, que horas antes había aplicado un incremento del 34%
sobre productos estadounidenses.
Desde la Casa Blanca justificaron
la medida como una respuesta contundente a lo que consideraron una provocación.
“Cuando Estados Unidos recibe un golpe, el presidente responde con más fuerza”,
señaló la vocera Karoline Leavitt. Trump aseguró además que China quiere un
acuerdo “desesperadamente”, pero que no sabe cómo iniciarlo.
La reacción del gobierno chino no
se hizo esperar. El vocero del Ministerio de Exteriores, Lin Jian, calificó la
postura estadounidense como “unilateralismo y proteccionismo en estado puro”, y
advirtió que su país está listo para una larga confrontación. China, además,
presentó una denuncia formal ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y
anunció restricciones a exportaciones clave como tierras raras y productos agrícolas.
Analistas internacionales advierten
que el conflicto comercial podría derivar en un escenario de fragmentación
global. “Esta guerra arancelaria no solo daña la economía, sino que agrava la
desconfianza mutua y debilita la cooperación en foros multilaterales”, explicó
el politólogo Jorge Malena, del CARI.
En medio de este escenario, el
Primer Ministro chino, Li Qiang, mantuvo una conversación telefónica con la
presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Ambos coincidieron en
el perjuicio global de la escalada arancelaria y llamaron a reforzar el diálogo
entre China y Europa para garantizar la estabilidad económica mundial.
Al mismo tiempo, crecen las
tensiones en torno al Canal de Panamá, donde Estados Unidos ha manifestado
preocupación por la presencia de empresas chinas en puertos estratégicos. El
secretario de Defensa norteamericano, Pete Hegseth, aseguró que Washington no
permitirá injerencias extranjeras sobre la vía interoceánica, mientras Trump
impulsa su recuperación bajo argumentos de “seguridad nacional”.
El presidente de Panamá, José Raúl
Mulino, respondió con firmeza: “El canal es y seguirá siendo panameño”. Así, el
conflicto entre Estados Unidos y China adquiere nuevas dimensiones, económicas
y geopolíticas, que amenazan con reconfigurar el equilibrio global.