La inédita
elección provincial bonaerense dejó desconcertados a encuestadores, analistas
políticos y financieros. Nunca antes el distrito que concentra casi el 40% del
padrón nacional había votado de esta manera, generando una incertidumbre que
ahora se traslada a los mercados.
Desde hace semanas se especulaba con que la jornada
funcionaría como una suerte de PASO, un anticipo de lo que pueda suceder en
octubre. La referencia inevitable es 2019, cuando la derrota de Mauricio Macri
frente a Alberto Fernández desató un derrumbe bursátil y una corrida cambiaria.
Un informe de Outlier advirtió que “la elección en PBA
se transformó en un evento clave por la fragilidad previa de la política
monetaria y cambiaria”. Según la consultora, un resultado favorable al
oficialismo daría oxígeno, pero una derrota amplia intensificaría la presión
sobre el dólar, obligando al Tesoro a vender divisas y poniendo en duda la
consistencia del régimen cambiario.
La mayoría de los informes privados coincide en que el
escenario base es un empate técnico o una derrota oficialista de entre 3 y 5
puntos. AdCap señaló que una diferencia mayor al 5% “probablemente dispararía
dinámicas de risk-off, debilitaría la demanda de pesos y forzaría una
corrección adicional del tipo de cambio”. En cambio, un resultado más ajustado
no debería generar un sacudón inmediato en bonos y acciones.
Los analistas remarcan que el mercado ya descuenta un
traspié para La Libertad Avanza. “Hoy los activos tienen priceado un resultado
negativo para el Gobierno, de unos 5 puntos por debajo del kirchnerismo”,
explicó Javier Casabal, de AdCap. Aun así, un batacazo libertario —como sucedió
en la Ciudad de Buenos Aires— podría impulsar una recuperación de precios.
De fondo, lo que se juega es la suerte del programa
económico. Para Empiria, el Gobierno deberá “resetear” su estrategia tras las
elecciones, calibrando el esquema cambiario y redefiniendo prioridades más allá
de la baja de inflación. LCG, por su parte, advierte que sin un cambio de
expectativas sobre el dólar, la “sangría de divisas” seguirá presionando.
En definitiva, la elección bonaerense se convirtió en
un termómetro político con consecuencias económicas inmediatas. Un resultado
ajustado podría amortiguar el impacto, pero una derrota abultada del
oficialismo encendería viejos fantasmas de inestabilidad cambiaria.