El 2 de abril de 2022 cambió para siempre la vida
de Walter Ramón Gómez. Durante una patrulla fluvial en la desembocadura del río
Miriñay, fue atacado junto a sus compañeros por narcotraficantes. Recibió un
disparo en la cabeza que lo dejó ciego de manera irreversible y con secuelas
físicas permanentes. “Me dieron por muerto y después fusilaron prácticamente a
mis compañeros”, relató en diálogo con Canal 5TV.
El prefecturiano contó que tiene proyectiles
alojados en la cabeza, perdió el ojo izquierdo —hoy reemplazado por una
prótesis— y el derecho sufrió desprendimiento de retina. También arrastra
limitaciones motrices. Sin embargo, denunció que, lejos de recibir contención,
sufrió abandono institucional: “Al principio se hicieron cargo, pero después
tuve que pelear por cada rehabilitación y cada instrumento que necesitaba”.
En 2025 fue notificado de su retiro obligatorio con
un 65% de incapacidad, cifra que considera arbitraria e inferior a la que le
corresponde. “Tengo ceguera total, que supera el 66%, y además otras secuelas.
Nunca me hicieron una junta médica formal”, remarcó.
Su abogado, Juan Saucedo, calificó la situación
como un acto de “discriminación y destrato” por parte del jefe de Prefectura en
Monte Caseros, a quien acusó de burlarse de la condición de Gómez. La denuncia
presentada ante la Fiscalía Federal de Paso de los Libres apunta a abuso de
autoridad, amenazas e incumplimiento de deberes de funcionario público.
La esposa del prefecturiano, Soraya Ferré, expresó
temor a que lo expulsen definitivamente de la fuerza. Mientras tanto, Gómez
intenta rehacer su vida: cursa la carrera de abogacía en Monte Caseros y
reclama que se respeten sus derechos. “Ese 2 de abril no defendí a la
Prefectura, defendí a la patria, y así es como me tratan”, sostuvo con firmeza.