El Poder Ejecutivo avanza con un controvertido
decreto que propone modificar la Ley 26.639 de Presupuestos Mínimos para la
Preservación de los Glaciares y del Ambiente Periglacial, con el objetivo de
reducir las áreas protegidas y habilitar la explotación minera e
hidrocarburífera en zonas actualmente resguardadas.
La decisión, según argumentan desde el Gobierno,
apunta a brindar “seguridad jurídica” a los futuros proyectos de inversión en
esas regiones. La normativa vigente impide actualmente cualquier actividad
industrial en zonas periglaciares —áreas montañosas con suelos congelados— que
representan aproximadamente el 80% de los glaciares del país.
Las modificaciones permitirían a las provincias
definir qué porciones del territorio podrán destinarse a industrias
extractivas. A cambio, el oficialismo asegura que exigirá estudios de impacto
ambiental y mantendrá restricciones para intervenir glaciares descubiertos y
cubiertos. No obstante, desde la comunidad científica y organizaciones
ambientalistas advierten sobre las consecuencias irreversibles que esta medida
podría acarrear.
En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas
de la UNC, el geólogo glacial e investigador del CONICET, Mateo Martini,
subrayó el valor estratégico del ambiente periglaciar: “Son zonas clave para la
conservación del agua y el equilibrio climático”, sostuvo. Desde la agrupación
Jóvenes por el Clima, Nicole Becker fue más contundente: “No tiene ningún tipo
de sentido desprotegerlos aún más. Nuestra vida en la Tierra depende de ellos”.
Becker recordó que los glaciares argentinos —más de
16.000 registrados en el Inventario Nacional— se encuentran en retroceso por el
calentamiento global. Como ejemplo, mencionó que el glaciar Perito Moreno
perdió casi dos kilómetros cuadrados de superficie en apenas siete años. “Eso
equivale a unas 320 canchas de fútbol”, graficó.
En 2019, la Corte Suprema de Justicia reafirmó la
constitucionalidad de la Ley de Glaciares, declarando que su protección es
responsabilidad compartida entre Nación y provincias. La normativa actual no
sólo prohíbe la actividad extractiva en estos ecosistemas, sino que obliga a
estudios de impacto y monitoreos continuos.
La propuesta oficial fue parte de las primeras
versiones de la Ley de Bases, pero fue eliminada del texto final ante la falta
de consenso legislativo. Ahora vuelve en forma de decreto, en un intento de
abrir el camino a las inversiones extranjeras.
Desde la ONU ya se habían expresado en su momento
con preocupación, al calificar el intento de reforma como “regresivo” y alertar
que podría poner en riesgo el trabajo de los defensores del medio ambiente.
Mientras tanto, crecen las voces que reclaman que
el desarrollo económico no avance sobre uno de los bienes más valiosos que
tiene el país: el agua dulce que resguardan los glaciares.