Un nuevo
relevamiento del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) encendió una señal
de alarma sanitaria a nivel nacional. A partir del análisis de más de
trescientas cincuenta muestras de aguas superficiales y subterráneas, se
detectaron niveles elevados de arsénico en diversas zonas del país, superando
en muchos casos los valores recomendados por la Organización Mundial de la
Salud.
El estudio incluyó
la elaboración de un “mapa del arsénico”, una plataforma que
permite identificar en tiempo real la presencia del contaminante. Lo que antes
se creía un fenómeno circunscrito a la provincia de Buenos Aires, hoy aparece
extendido en distintas regiones. Según el informe, cuatro millones de
personas podrían estar expuestas a esta problemática.
En la provincia de
Corrientes, el informe ubicó dos puntos evaluados con presencia de arsénico. Se
trata de Sauce, clasificada con niveles altos, y Bonpland,
en Paso de los Libres, registrada con categoría de atención. En ambos casos la
referencia técnica figura con fecha diciembre de dos mil once,
lo que no descarta la necesidad de nuevos controles actualizados.
Los especialistas
remarcaron que la exposición prolongada al arsénico puede derivar en Hidroarsenicismo
Crónico Regional Endémico (HACRE), enfermedad relacionada al consumo
continuo de agua contaminada y asociada a mayor riesgo de cáncer de pulmón,
laringe y afecciones respiratorias crónicas.
El riesgo es mayor
en comunidades que dependen de pozos o perforaciones particulares, prácticas
que quedan fuera de la fiscalización sanitaria. La profundidad y las
características del suelo pueden modificar la concentración del químico, lo que
obliga a un monitoreo constante.
Tras el impacto
del informe, Aguas y Saneamientos Argentinos (AYSA) emitió un
comunicado en el que aseguró que el agua en su zona de operación cumple con los
parámetros sanitarios vigentes, y advirtió que no se recomienda el uso de
perforaciones privadas por quedar por fuera de los controles periódicos.
El ITBA clasificó
los niveles de riesgo en tres rangos: verde para menos de diez
ppb; amarillo entre diez y cincuenta ppb con necesidad de
seguimiento; y rojo para valores superiores a cincuenta ppb,
en los que el agua no debe consumirse. El informe detectó zonas críticas en
Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Santiago del Estero, Tucumán y La
Pampa, entre otras provincias.
La investigación
confirma que la presencia de arsénico en el agua dejó de ser un problema
focalizado y hoy constituye un desafío sanitario amplio. Para expertos como
Francisco Dadic, presidente de la Fundación Argentina de Toxicología, no se
trata de una novedad, sino de una realidad histórica vinculada a condiciones
geológicas propias del territorio argentino.








