En la madrugada de este jueves, Javier Milei
decidió remover de su cargo a Diego Spagnuolo, hasta ahora director ejecutivo
de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), luego de que se viralizaran
audios comprometedores que lo señalan en un supuesto esquema de coimas en la
adquisición de medicamentos.
El comunicado oficial habló de una medida
“preventiva”, pero en los hechos se trata de un manotazo desesperado para
frenar el impacto político del escándalo que golpea en uno de los sectores más
sensibles: la discapacidad. La remoción se concretó horas después de que
diputados opositores como Esteban Paulón y Leandro Santoro presentaran pedidos
de interpelación en el Congreso.
En un intento de control de daños, el Gobierno
anunció que la ANDIS pasará a depender del Ministerio de Salud, bajo la órbita
de Mario Lugones, hasta que se nombre un interventor. La justificación oficial
habla de “garantizar el normal funcionamiento del organismo”, aunque en la
práctica se trata de una jugada para correr del centro a un funcionario ya
incinerado.
El caso Spagnuolo deja en evidencia la fragilidad y
la improvisación de la gestión Milei: mientras el Presidente veta leyes que
protegen a los más vulnerables, sus propios funcionarios aparecen señalados en
manejos turbios con el dinero destinado a las personas con discapacidad. El
contraste es brutal: ajuste para los de abajo y negocios oscuros para los de
arriba.