Axel Kicillof
llegó al domingo electoral con una demostración de confianza. El sábado ordenó
armar un importante escenario en pleno centro de La Plata, frente al hotel Gran
Brizo, donde funciona el bunker de Fuerza Patria. La movida desconcertó a
algunos referentes del peronismo que esperaban una definición ajustada, pero
con el correr de las horas el entusiasmo fue contagiando hasta a los más
escépticos.
La instalación del escenario, sobre la explanada del
Teatro Argentino, se combinó con una convocatoria a la militancia para realizar
un banderazo con insignias argentinas, impulsada por dirigentes cercanos al
Cuervo Larroque, en un intento de evitar que La Cámpora monopolice la escena
con sus banderas.
Mientras tanto, consultoras como CB y analistas como
Gastón Douek filtraron sondeos que daban al peronismo como ganador, lo que
reforzó el clima de optimismo. Incluso desde el entorno de Javier Milei
reconocieron la posibilidad de un triunfo opositor en la provincia más
populosa.
Kicillof, que en la víspera sostuvo que “perder por
dos puntos sería un buen resultado”, apostó fuerte al separar la elección
provincial de la nacional, algo inédito en Buenos Aires. Si el resultado
confirma las expectativas, el despliegue en La Plata puede interpretarse como
un gesto hacia una futura proyección presidencial.