Entre las construcciones más imponentes del mundo
existe una que destaca no por su altura, sino por la magnitud de su superficie
y su volumen interno: la planta de ensamblaje de aviones de Boeing
situada en Everett, en el estado de Washington. Reconocida por el Récord
Guinness como el edificio más espacioso del planeta, su estructura abarca un
volumen total de trece coma cuatro millones de metros cúbicos, una cifra
que supera a cualquier otra edificación conocida.
El gigantesco complejo, que comenzó a construirse
en mil novecientos sesenta y ocho, nació para acompañar la revolución aérea que
se avecinaba. En sus primeros años, la fábrica era tan grande que incluso se
formaba niebla en su interior, lo que obligó a instalar un sistema climático
completo. Con el paso del tiempo, múltiples ampliaciones acompañaron el
crecimiento de los aviones y la sofisticación del proceso industrial.
Hoy, la planta de Everett cuenta con treinta y
nueve coma ocho hectáreas de superficie cubierta y un predio total que
supera las cuatrocientas catorce hectáreas, equivalente a mil manzanas
urbanas. Para dimensionar su magnitud: dentro del complejo podría entrar
Disneyland entero y aún sobrarían casi cinco hectáreas para estacionamiento.
En este complejo se ensamblan modelos emblemáticos
como los Boeing 747, 767 y 777, aviones de gran porte que requieren
instalaciones de dimensiones extraordinarias. El sitio oficial de Boeing destaca
que miles de empleados trabajan en el diseño, producción y certificación de
aeronaves, además de operar los hangares de pintura, la línea de vuelo y el
centro de entregas.
Más de treinta mil trabajadores se
desempeñan diariamente en el campus, que cuenta con su propio departamento de
bomberos, seguridad, guardería, gimnasio y servicios internos que lo convierten
en una verdadera “ciudad industrial”. Además, allí funciona el Boeing Future
of Flight, un museo y centro educativo desde donde parten las visitas
guiadas a la planta, un recorrido que cada año atrae a miles de visitantes,
incluidos mandatarios, ejecutivos globales, astronautas y figuras reconocidas.
La fábrica de Everett no solo es una maravilla de
la ingeniería moderna, sino también un símbolo del desarrollo industrial que
acompañó el crecimiento de la aviación mundial.









