En Paso de los
Libres no necesitamos Netflix: ya tenemos a Damián Garavano, el “jovencito
libertario” que quiere ser intendente sin haber trabajado jamás en su vida. Sí,
leíste bien: nunca administró ni el vuelto del almacén, pero asegura que va a
traer “honestidad” a la gestión pública. Una especie de mago político que
promete hacer aparecer transparencia de la galera… aunque la única galera que
conoce sea la del carnaval.
Garavano es el
prototipo del político acomodado, ese que entra por la ventana, se acomoda en
el sillón y después te habla de mérito. Su currículum es tan breve que entra en
un tuit: ex militante del PRO, ahora libertario express. Cambió de
poncho con la velocidad de un chamamé mal bailado, y ahora se pasea como si
hubiera descubierto la pólvora en el barrio. El problema es que apenas conoce
la cuadra de su casa, y ya se cree dueño de la ciudad.
No es nuevo el
fenómeno: el político que jamás trabajó, jamás pagó un monotributo, jamás tuvo
que lidiar con un jefe rompepaciencia o con una quincena ajustada… pero viene a
dar cátedra de administración pública. Dicen que la experiencia es un grado,
pero parece que en La Libertad Avanza la experiencia es un estorbo: cuanto
menos hayas hecho en tu vida, más calificado estás para gobernar.
El candidato se
presenta como el paladín de la honestidad. Hermoso. Pero antes de administrar
los fondos municipales, quizá convendría que administre su bolsillo. Porque la
plata ajena se gasta fácil cuando nunca sudaste para ganarla. Paso de los
Libres no necesita un influencer político de barrio, sino alguien que conozca
la realidad de su gente, que sepa lo que significa trabajar de verdad, y no
solo sacarse fotos con globos o banderitas.
Garavano encarna
esa nueva casta que se disfraza de anticasta. Mucho grito, mucha promesa, pero
cero sustancia. El libreño lo sabe: gestionar no es lo mismo que tuitear. Y
administrar una ciudad no es lo mismo que creerse intendente porque un grupo de
iluminados te acomodó en la lista.
En un lugar de
historia tan rica como Paso de los Libres, con tradiciones, luchas y memoria,
resulta casi una ofensa que alguien con un currículum tan endeble aspire a ser
intendente. Pero claro, en tiempos donde cualquiera se autopercibe líder
político, todo es posible.
Quizás, lo más
honesto que podría hacer Garavano por Paso de los Libres es reconocer que
todavía le falta, mucho, para ser algo más que un eslogan con cara de nene
caprichoso. Porque la política no es un cosplay, ni una obra escolar donde te
eligen por lindo o por gritar fuerte. Y esta ciudad no está para improvisados.