El pasado 19 de
junio, en el marco del programa de streaming conducido por Tomás Rebord, se
desarrolló una mesa de análisis sobre la situación geopolítica en Medio
Oriente. Uno de los invitados, el diputado nacional José Glinski (UxP), exjefe
de la Policía de Seguridad Aeroportuaria durante el gobierno de Alberto
Fernández, aportó su mirada desde su identidad judía y se autodefinió como
“sionista de izquierda”.
Glinski argumentó
que la creación y existencia del Estado de Israel es “constitutiva” para la
identidad judía. También mencionó tener familiares en Israel que, aunque
opositores al gobierno de Netanyahu, comparten la visión de que Irán representa
una amenaza.
Estas
declaraciones dieron pie a un análisis más profundo que cuestiona si es posible
equiparar sin más la identidad judía con el sionismo y con el proyecto estatal
israelí, o si dicha asociación responde más a una construcción ideológica
reciente. Investigadores como Yakov Rabkin, profesor de la Universidad de
Montreal, sostienen que el sionismo significó una ruptura con la tradición
religiosa judía, transformando una identidad de fe en una identidad
nacionalista secular, en línea con los procesos de modernización política
europea.
Por su parte, el
historiador israelí Elie Barnavi considera que el sionismo fue impulsado por
intelectuales asimilados que buscaban una salida al rechazo social en Europa,
mientras que Rodolfo Walsh lo definió como una ideología de la pequeña
burguesía alentada por sectores financieros interesados en desviar la energía
política de las comunidades judías oprimidas hacia un proyecto colonial.
Bajo este enfoque,
el sionismo, lejos de representar la totalidad del pueblo judío, se muestra
como una ideología nacionalista y europeizante que trasladó su proyecto a una
tierra ya habitada, convirtiendo al Estado de Israel en una estructura que
reproduce lógicas de segregación, militarismo y dominación, en abierta
contradicción con los valores de justicia y memoria histórica que muchos
asocian al pueblo judío.
En tiempos donde
el conflicto en Gaza y Cisjordania sigue generando preocupación mundial, este
tipo de discusiones vuelve a poner sobre la mesa el sentido profundo de las
palabras y las ideologías, y la responsabilidad de quienes las promueven desde
espacios públicos.