La Cámara Alta rechazó por amplia mayoría las candidaturas de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla, poniendo freno a la estrategia del Ejecutivo de designar jueces por decreto. Desde la Casa Rosada denuncian una maniobra "anticasta" para obstruir el futuro del país.
Más de un año de
presiones, maniobras y operaciones de la Casa Rosada no fueron suficientes para
cumplir el sueño de Javier Milei de tener su propia Corte Suprema. Con 43 votos
en contra del pliego de Ariel Lijo y 51 en contra de Manuel García-Mansilla, el
Senado rechazó por una contundente mayoría ambas candidaturas al máximo
tribunal.
El decreto
presidencial que designó a ambos postulantes sin el aval del Senado desató un
conflicto institucional sin precedentes y provocó un profundo repudio, que
terminó ahora con García-Mansilla cumpliendo funciones y firmando fallos sin el
respaldo del Congreso. En los pasillos del Legislativo, se especula con la posible
renuncia del exdecano de la Universidad Austral en las próximas horas.
Inmediatamente
después de la votación, el juez federal Alejo Ramos Padilla dictó una medida
cautelar para impedir que el nuevo cortesano siga tomando decisiones y para
frenar la jura de Lijo en la Corte. Desde la Oficina del Presidente, el
oficialismo difundió un comunicado acusando al Senado de operar como "una
máquina de impedir" y de obstaculizar "el futuro de la Nación
Argentina".
Una
votación previsible pero contundente
A las 12 del
mediodía, los presidentes de bloque ya anticipaban lo inevitable en la reunión
de Labor Parlamentaria. La oposición contaba con los números para sortear los
dos desafíos principales: alcanzar el quórum de 37 senadores y, posteriormente,
obtener los 25 votos necesarios para rechazar a los postulantes.
"¡Vamos que
las Malvinas son Argentinas! Esto es hacer patria", celebró Juliana Di
Tullio (Unión por la Patria) al ingresar al recinto. Su comentario iba dirigido
a Pablo Blanco, radical de Tierra del Fuego, quien estuvo presente desde el
inicio. A las 14:15, la Cámara ya contaba con 38 senadores en sus bancas,
alcanzando la cifra clave gracias a los 33 integrantes de UP, dos radicales
(Martín Lousteau y Blanco), dos del PRO (Alfredo De Angeli y Victoria Huala) y
el formoseño Francisco Paoltroni, exmiembro del bloque libertario.
El oficialismo
intentó dilatar la sesión, con el presidente provisional del Senado, Bartolomé
Abdala, evitando sentarse en el estrado para iniciar el debate. Fue la senadora
Silvia Sapag (UP) quien finalmente presidió la sesión y dio inicio al
tratamiento de los pliegos, mientras la vicepresidenta Victoria Villarruel, a
cargo del Ejecutivo por el viaje de Milei a Estados Unidos, se mantuvo en su
despacho sin intervenir.
Rechazo generalizado
y duros discursos
La votación de los
pliegos superó las expectativas. En el caso de García-Mansilla, el rechazo fue
aún mayor a los dos tercios requeridos para su aprobación. A los 34 votos
negativos de UP se sumaron 10 de 13 radicales, cuatro de siete senadores del
PRO y parte del bloque Provincias Unidas. Solo seis libertarios y algunos
aliados apoyaron su postulación.
Lijo obtuvo un
respaldo mayor, con votos a favor de 10 senadores de UP, pero igualmente
insuficiente ante el rechazo de macristas y radicales.
La sesión estuvo
marcada por acusaciones cruzadas y duros cuestionamientos al decreto 137 de
Milei, que permitió las designaciones en comisión. "Es absolutamente
inconstitucional. El señor Mansilla está usurpando el cargo", denunció
José Mayans (UP). Su colega Anabel Fernández Sagasti advirtió sobre la
"compra de votos" y la amenaza a la independencia judicial, mientras
Martín Lousteau (UCR) señaló que "hace 115 años que no pasaba una
barbaridad de esta índole".
Desde el PRO,
Guadalupe Tagliaferri cuestionó la falta de mujeres en la Corte y el proceso
"irregular" de las designaciones. Incluso aliados de Milei, como
Eduardo Vischi (UCR), criticaron el "proceso ininterrumpido de
errores" del Gobierno.
Sin
defensores y con un Senado más firme
El único
libertario en tomar la palabra, Juan Carlos Pagotto, intentó sin éxito
justificar las designaciones, mientras los senadores de UP lo interrumpían para
informarle que García-Mansilla ya había firmado más de 50 fallos. En un cierre
previsible, la Casa Rosada acusó al Senado de "politizar la justicia"
y aseguró que Milei seguirá trabajando "para garantizar la independencia
judicial". Sin embargo, el golpe parlamentario es un nuevo obstáculo para
el oficialismo, que enfrenta una creciente resistencia legislativa.
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