Mientras la Casa Blanca celebra la “aniquilación total” del programa atómico iraní, informes filtrados desde la inteligencia estadounidense advierten que el daño fue limitado y que Irán aún conserva capacidad para fabricar armas nucleares.
A pesar del tono
triunfalista con el que la Casa Blanca describió los recientes bombardeos sobre
instalaciones nucleares de Irán, fuentes de inteligencia de Estados Unidos
reconocieron que el impacto real fue mucho menor al anunciado oficialmente. Una
evaluación preliminar, filtrada a medios como CNN, NBC News y The New York
Times, indica que el programa nuclear iraní habría sido apenas retrasado
por seis meses.
El informe
confidencial detalla que los sitios clave de Fordo, Natanz e Isfahán no
sufrieron daños estructurales de importancia y que gran parte del material
nuclear fue trasladado antes de los ataques. Incluso, advierte que las
centrifugadoras —vitales para el enriquecimiento de uranio— permanecen
prácticamente intactas, y que el uranio podría haber sido reubicado en
instalaciones secretas dentro del país persa.
A pesar de que el
presidente Donald Trump proclamó una “destrucción completa” del programa nuclear
iraní, especialistas israelíes y estadounidenses coinciden en que el resultado
estuvo lejos de esa meta. En particular, las instalaciones subterráneas en
Fordo no habrían sido alcanzadas por las bombas lanzadas por EE.UU. y sus
aliados.
Desde el Pentágono
insisten en que la operación fue un “éxito abrumador”, aunque reconocen que el
retraso real del programa podría ser de apenas unos meses. La portavoz de la
Casa Blanca, Karoline Leavitt, negó la validez del informe filtrado y acusó a
sectores de inteligencia de buscar desacreditar al expresidente Trump y a las
fuerzas armadas que participaron en la misión.
Por su parte, Irán
condenó los ataques, pero aseguró haber tomado previsiones para restablecer el
funcionamiento de sus instalaciones nucleares. Mohammad Eslami, jefe de la
Organización de Energía Atómica iraní, confirmó que las operaciones
continuarán.
Mientras tanto,
tras una respuesta militar iraní que alcanzó una base estadounidense en Oriente
Medio, Teherán y Tel Aviv anunciaron este martes un alto el fuego, en un
intento por contener la escalada bélica que comenzó con el ataque israelí del
pasado 13 de junio.
El episodio reabre
el debate en Estados Unidos sobre la eficacia real de las operaciones militares
contra programas nucleares avanzados, y plantea dudas sobre los efectos a largo
plazo de una ofensiva que, lejos de disuadir a Irán, podría terminar reforzando
su decisión de continuar por el mismo camino.
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