La Libertad Avanza
se presenta como el partido de la pureza anticasta, pero sus propios cuadros
exhiben un prontuario difícil de ocultar. En distintas provincias, candidatos y
referentes acumulan denuncias por delitos que van desde estafas hasta abusos
sexuales.
En Neuquén, la
diputada Nadia Márquez —ligada a la facción evangélica de ACIERA— arrastra una
vieja causa por estafas con cursos falsos y fue salvada de una condena a través
de probation. En Salta, el concejal Pablo López enfrenta denuncias por abuso
sexual y extorsión, mientras la diputada María Emilia Orozco responde con
ataques a la prensa cada vez que el escándalo gana espacio mediático.
En Chubut, Ricardo
Bustos fue detenido tras violar una restricción judicial, y en Santa Fe, Silvio
Garbolino ganó una elección comunal apenas días después de salir de prisión por
fraude millonario. En Corrientes, el diputado Claudio Lisandro Almirón —acusado
de falsificar la firma de su abuela para quedarse con una herencia— es nada
menos que candidato a gobernador.
Misiones suma su
cuota con la concejala Patricia Buckmayer, suspendida por reivindicar la
dictadura en redes sociales, mientras que en Río Negro, la diputada Lorena
Villaverde enfrenta un embargo por 50 millones de pesos por venta irregular de
terrenos en Las Grutas.
En Buenos Aires y
la órbita nacional, el elenco no se queda atrás: la ministra Sandra Pettovello
fue imputada por una transferencia millonaria irregular, Juan Pazo es
investigado por bienes ocultos en el exterior y Mariano Cúneo Libarona quedó
filmado ofreciendo lobby judicial y mediático.
El discurso de
“moral anticasta” contrasta con un mosaico de causas judiciales y denuncias que
atraviesa a la fuerza oficialista de norte a sur. Una paradoja: mientras Milei
denuncia corrupción en la política tradicional, sus candidatos y funcionarios
acumulan acusaciones que van desde la estafa a la violencia sexual.